1898: El Ejército español en la Guerra de Cuba 1898: The Spanish Army in the Cuban War Recibido: 01-12-2024 Aprobado: 06-12-2023 Dr. David Odalric de Caixal i Mata, Madrid, España Correo: david.decaixal@iniseg.es https://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=2165495 Historiador y humanista, especializado en Historia Militar Contemporánea. Analista en Geoestrategia y Geopolítica Internacional. Director del Área de Seguridad y Defensa de INSIEG. Director del CIIA (Centro Internacional de Investigación Avanzada) de INISEG. Membership in support of the AUSA (Association of the United States Army) Miembro asesor de la Sección de Derecho Militar y Seguridad del ICAM (Ilustre Colegio de Abogados de Madrid). Miembro del Grupo de Investigación de INISEG y “The University and Agency Partnership Program» (UAPP) proyecto universitario para la difusión de la Cultura de la Defensa de Estados Unidos. Historiador colaborador del Aula Militar Bermúdez de Castro. Miembro de la Asociación de Historiadores de Cataluña. Miembro del Grupo de Investigación “Historia de las Órdenes Medievales de España” de la Universidad a Distancia de Madrid; Miembro del Grupo de Investigación de la Universita degli Studi di Bari sobre “Europa en las guerras mundiales, el Holocausto y la Guerra Fría” Asimismo ha participado en el Grupo de Investigación de la Tbilisi State University de Georgia sobre “Historia del IUS RESISTENDI y la Desobediencia Civil en los conflictos geoestratégicos”. Investigador en “The Society for Army Historical Research” (Advancing the study of British military history for the next generation- University Research Grants / London). Miembro del “Grupo de Investigación del International Research Group for Conflict, Borderlands and Minorities de la Universidad Rey Juan Carlos I” en temas sobre la I y la II Guerra Mundial. Ha colaborado como asesor académico en Historia Militar Medieval de la Revista de Arqueología Mundo Medieval de la Editorial Toisón y de la Revista Historia Rei Militaris de la Editorial HRM. David de Caixal colabora como historiador militar con el “Vietnam Veterans of America and Veterans of Foreign Wars”, Marine Corps Reserve Association.” Profesor en el Curso de Seguridad y Protección para el acceso a la Comisaría Especial de la Casa de Su Majestad el Rey, dirigido a policías nacionales de las Escalas de Subinspección y Básica en los años 2021-2022. Colabora en representación de INISEG en las actividades académicas del programa de socios en conmemoración oficial del final de la Guerra de Vietnam. Resumen En este artículo se analiza el gran esfuerzo militar que realizó España en la isla de Cuba, durante la guerra de 1898, centrándose en las principales unidades que conformaban el Ejército en Campaña y las propias milicias y fuerzas creadas en la isla como el Cuerpo de Voluntarios, que sirvieron con honor y valentía luchando por su patria, en defensa de sus valores y tradiciones en común. Aquí abordaremos si la guerra de Cuba fue una misión suicida de España o un deber patriótico. Lo que nos deberíamos preguntar es porqué España no previó este desastre y así poder evitar la debacle si tenía información suficiente de lo que podía pasar en la isla frente a la acuciante amenaza de Estados Unidos. De hecho, dada la problemática económica y la historia política de Cuba, el levantamiento y la declaración de independencia que se dictaminó en Baire, aquel 24 de febrero de 1895, no debió sorprender a los españoles. El desastre del 98 llevo a miles de soldados a combatir en un conflicto que solo conocían de lo que habían leído en la prensa de la época, haciendo alusión a una tierra lejana en la que miles de ellos dejarían allí sus vidas. Los soldados que volvieron a casa contaron sus calamidades y las penurias que habían sufrido en la guerra, en la que los principales enemigos fueron las enfermedades, la mala alimentación, la falta de higiene y la escasa atención sanitaria que recibieron los soldados en campaña. Palabras clave: Cuba, Ejército español, Weyler, Acorazado Maine, infantería, caballería, artillería, Cánovas del Castillo, Grito de Baire, Milicias, Quintas, redención en metálico, Estados Unidos, Mambises. Summary This article analyses the great military effort made by Spain on the island of Cuba during the war of 1898, focusing on the main units that made up the Army in Campaign and the militias and forces created on the island, such as the Volunteer Corps, who served with honour and bravery fighting for their homeland, in defence of their common values and traditions. In this we will address whether the war in Cuba was a suicidal mission of Spain or a patriotic duty. What we should ask ourselves is why Spain did not foresee this disaster and thus avoid the debacle if it had sufficient information about what could happen on the island in the face of the pressing threat from the United States. In fact, given Cuba's economic problems and political history, the uprising and declaration of independence that took place in Baire on 24 February 1895 should have come as no surprise to the Spanish. The disaster of '98 led thousands of soldiers to fight in a conflict they only knew about from what they had read in the press at the time, alluding to a distant land where thousands of them would leave their lives. The soldiers who returned home recounted their calamities and the hardships they had suffered in the war, in which the main enemies were disease, poor diet, lack of hygiene and the scant health care the soldiers received in the field. Keywords: Cuba, Spanish army, Weyler, Battleship Maine, infantry, cavalry, artillery, Cánovas del Castillo, Baire’s Scream, Militias, Quintas, cash redemption, United States, Mambises. Introducción E E l último acto de la tragedia española en Cuba comenzó a finales de 1897, cuando el gobierno provisional de Azcárraga1 que se había encargado del poder tras la muerte de Ca- novas del Castillo2, cedió el paso a los liberales, encabezados por Práxedes Mateo Sagasta3. El primer reto para el nuevo gabinete fue la amenazadora nota enviada al Gobierno español por el presidente norteamericano Mckinley4, en la que amenazaba con el reconocimiento de los insurrectos si España no pacificaba Cuba. Ofrecía además su ayuda para alcanzar un acuerdo con los independentistas y pedía a España medidas eficaces para que la mediación norteamericana pudiera realizar con justicia y dignidad y que se hallase una solución perdurable y beneficiosa tanto para Cuba como para España y justa para Estados Unidos. Sagasta satisfizo inmediatamente buena parte de las demandas de Mckinley, pues los liberales eran contrarios a la política del ge neral Weyler5 en la Capitanía General de Cuba y lo reemplazaron por un militar contemoporizador, dócil y blando, un vulgar oficinista, que trajo el caos al Ejército español en Cuba. Un militar que no supo enfrentarse a los rebeldes y acabar con la insurrección de una vez por todas. Una de las tácticas utilizadas por Weyler, fueron los campos de concentración, palabra inventada por los españoles, ya que se dispersaba a la población en las zonas rurales internándola en campos custodiados por el ejército, de esta manera se privaba a los rebeldes de establecer posibles contactos de abastecimiento en los pueblos bajo su control. España tenía un ejército de más de 200.000 hombres en Cuba, naturalmente gran parte estaba debilitado por las enfermedades, y la otra parte siguiendo la majestuosa estrategia de los militares liberales, se quedaba en sus acuartelamientos. Ramón Blanco y Erenas6, concedió la amnistía a los sublevados de Cuba y Filipinas, que entregaron las armas, finalmente, el 26 de noviembre se aprobaron las constituciones que regirían Cuba y Puerto Rico, en 1 Marcelo de Azcárraga Palmero (1832-1915). Militar y político español, presidente del Consejo de ministros en tres ocasiones durante el reinado de Alfonso XIII. 2 AntonioCánovasdelCastillo(1828-1897)Políticoehistoriadorespañol,figuracapitaldelapolíticaespañoladelasegundamitaddelsiglo XIX. Ejerció el cargo de presidente del Consejo de ministros en seis ocasiones, alternando el poder, principalmente, con su rival político Práxedes Mateo Sagasta. 3 PráxedesMarianoMateo-SagastayEscolar(1825-1903)JuntoconAntonioCánovasdelCastillounodelosprincipalesartíficesdelsistema políticodelturnopacíficooturnismo.EjercióelcargodepresidentedelConsejodeministrosdurantesieteperíodoscomprendidosentre 1870 y 1902, alternando desde 1874 el poder con su rival político Antonio Cánovas del Castillo. 4 William McKinley (1843-1901). Vigésimo quinto presidente de los Estados Unidos y el último veterano de la Guerra de Secesión que alcanzó ese cargo. 5 Valeriano Weyler y Nicolau (1838-1930) Militar y político español. 6 Ramón Blanco y Erenas, marqués de Peña Plata (1833 – 1906) fue un militar español, capitán general de Navarra, Cuba, Filipinas y Cataluña. las que España se reserva únicamente la representación exterior y la defensa. Estados Unidos aceptó las medidas del Gobierno de Madrid, pese a la oposición de los independentistas, tanto quienes se acogieron a la amnistía como contra la autonomía aprobada por Madrid. Esta entró en vigor en Cuba el primero de enero de 1898 con el nombre de Consejo de Secretarios, bajo la presidencia de José María Gálvez.7 No satisfacía a nadie; no era más que otra patraña política de los liberales, que ya no sabían que hacer para estabilizar la situación en la “Joya de la Corona” española en el Caribe. Así llaman los españoles a Cuba. Pero aquel gobierno había llegado con unos años de retraso. No satisfacía a nadie, ni a los más conservadores, defensores de la hispanidad de la isla, ni a los militares más beligerantes, ni a los mambises8 que ya sólo aceptaban una solución independentista. La indisciplina de un grupo de oficiales, o quizá el patriotismo exaltado que llevó a diversos oficiales a asaltar las redacciones de varios periódicos, sirvió de pretexto para que los intervencionistas norteamericanos crea sen una atmósfera ficticia de inseguridad en la capital cubana; Washington se quitó la presión de su opinión pública enviando a la Habana a su acorazado Maine9, que serviría de garantía a los norteamericanos de Cuba con el pretexto de una amistosa visita. A la muy delicada situación se unió, en el mes de febrero, la carta que el embajador español en Washington, Dupuy de Lôme10, escribió al diputado José Canalejas11 injuriando al presidente Mckinley. Imprudentemente la confirió al correo normal y alguien la interceptó entregándola al diario de Journal, que la publicó el 9 de febrero. Aquello hizo dimitir al embajador. Se pidieron a España las correspondientes disculpas, y el 15 de febrero, cuando todo parecía volver a su cauce, el Maine saltó por los aires. Mientras se formaban comisiones investigadoras y se averiguaban las causas del siniestro, Washington planteó la alternativa de que España le vendiera Cuba o intervendría militarmente. Aún hoy, muchos historiadores se preguntan si la decisión del Gobierno fue un acto suicida perpetrado desde la comodidad de Madrid José María Gálvez Alonso (1834- 1906). Abogado, periodista y político español y cubano. Fundó el Partido Liberal Autonomista de Cuba (1878)ydirigiólaSociedadEconómicadeAmigosdelPaís.ExpresidentedelefímerogobiernoautónomodeCuba(1898). 8 Eltérminomambisesseutilizaparareferirsealosguerrillerosindependentistasdominicanos,cubanosyfilipinos,queenelsigloXIXque participaron en las guerras restauradoras de la República Dominicana y por la independencia de Cuba y las Filipinas. 9 El USS Maine (ACR-1) fue un acorazado pre-dreadnought de segunda clase de la Armada de los Estados Unidos, el segundo en entrar en servicioyelprimerbuquedelaArmadaestadounidenseenportarelnombredelestadodeMaine.ElMaineesconocidoporsucatastrófica pérdida en el Puerto de La Habana en la mañana del 15 de febrero de 1898. Fue enviado para proteger los intereses de los ciudadanos estadounidenses durante las revueltas cubanas contra España. Estalló de repente, sin previo aviso, perdiendo la vida en la explosión tres cuartas partes de su tripulación. 10 Fue una carta enviada por el embajador español Enrique Dupuy de Lôme a José Canalejas cuya publicación por la prensa de Estados Unidos provocó un incidente diplomático por el contenido de esta en lo relativo a su visión del presidente William McKinley y a la lectura de las relaciones con Estados Unidos en cuanto a la isla de Cuba. 11 José Canalejas Méndez (Ferrol, 31 de julio de 1854-Madrid, 12 de noviembre de 1912) fue un abogado y político regeneracionista y liberal español. Siendo presidente del Consejo de ministros, murió asesinado por un disparo en un atentado terrorista. y si dotaron de los suficientes recursos a sus soldados para evitar el desastre, en aquel territorio, a 10.000 kilómetros de distancia. Cuando el Ejército insurgente cubano12 acometió la invasión de la Cuba occidental, en otoño de 1895, España contaba con 96.000 soldados listos para luchar contra los insurgentes. A estos se sumaban entre 20.000 y 30.000 cubanos más, muchos de ellos nacidos en la península, que trabajaban en milicias urbanas como bomberos o guerrilleros. Y a lo largo de los tres años de conflicto, realizaron, además, el segundo mayor desplazamiento de soldados de la historia, tras el protagonizado por Estados Unidos en el desembarco de Normandía13 durante la Segunda Guerra Mundial. En total, 200.000 españoles para enfrentarse a 40.000 hombres del Ejército insurgente. Si atendemos a estas cifras, es fácil pensar que los independentistas deberían haber sido literalmente borrados del mapa, pero no fue así, ni siquiera antes de la intervención de los estadounidenses en los últimos meses de la guerra. «Los números son engañosos: el Ejército español era completamente inadecuado y prácticamente inútil para el tipo de guerra que era necesario librar en Cuba», aseguraba John Lawren ce en «Guerra y genocidio en Cuba, 1895-1898» (Turner, 2008). Desde aquel desastre en que España perdió sus últimos territorios de ultramar y hasta hoy, los historiadores, políticos y militares se han venido haciendo las mismas preguntas. ¿Envió nuestro Gobierno a un número desproporcionado de soldados a una muerte segura? ¿Estaba el Ejército realmente preparado para ganar una guerra como aquella? ¿Se le dotó de lo necesario para combatir en un territorio tan diferente y a más de 10.000 kilómetros de distancia? En noviembre de 1895, cuando los líderes independentistas Antonio Maceo14 y Máximo Gómez15 comenzaron su marcha hacia el este, cerca de 20.000 hombres, algo más del 20% de las fuerzas españolas en aquel momento, se encontraban postrados en camas de hospitales y clínicas por la malaria, la fiebre amarilla, la tuberculosis, la neumonía y la disentería, entre otras enfermedades. De esta forma, los 96.000 soldados que formaban el Ejército español en Cuba en el otoño de 1895 se redujeron a menos de 66.000, muchos de los cuales tampoco estaban en condiciones de combatir. Y en 1898, prácticamente todos los soldados españoles habían pasado algún tiempo hospitalizados y fuera de combate. 12 LaGuerradeIndependenciadeCuba(tambiénconocidacomoGuerradeCuba,Guerrade1895oGuerraNecesaria)fueelúltimoconflicto armadoentreEspañaylosmambisesoseparatistascubanosypusofinalasoberaníaespañolaenlaisla.Elconflictoseinicióel24de febrerode1895conunlevantamientosimultáneodetreintaycincolocalidadescubanas,elllamadoGritodeBaire,yfinalizóel12deagosto de1898,traslaentradadeEstadosUnidosenelconflicto. 13 La batalla de Normandía, llamada en clave operación Overlord, fue la operación militar efectuada por los Aliados durante la Segunda Guerra Mundial que culminó con la liberación de los territorios de Europa occidental ocupados por la Alemania nazi. Se sabe que el desembarco que sehizoenNormandíafueunaevolucióndeldesembarcodeAlhucemas,precursordelosdesembarcosanfibios.Laoperacióndiocomienzo el 6 de junio de 1944, más conocido como el Día D, con el desembarco de Normandía 14 José Antonio de la Caridad Maceo y Grajales (San Luis, Santiago de Cuba, 14 de junio de 1845 - San Pedro, La Habana, 7 de diciembre de 1896) fue un militar y político cubano, mayor general y lugarteniente general del Ejército Libertador, apodado «El Titán de Bronce» y uno de los líderes mambises. 15 Máximo Gómez Báez (Baní, República Dominicana, 18 de noviembre de 1836 - La Habana, Cuba, 17 de junio de 1905), conocido como (el Generalísimo), fue un militar dominicano de la Guerra de los Diez Años y el general en jefe de las tropas revolucionarias cubanas en la Guerra de Independencia cubana. La rebelión prosperó porque España no estaba en condiciones de responder. El Ejército español en Cuba contaba en los momentos previos con menos de 14.000 soldados, de los que solo 7.000 estaban en condiciones de combatir. Los demás estaban enfermos o habían sido apartados por sus superiores para trabajar en las grandes plantaciones o en los ranchos. El gobierno español en La Habana, lejos de lo que se esperaba de un régimen con reputación de brutal, reaccionó con una parsimonia sorprendente, tanto antes como después del Grito de Baire16. Eso permitió a la insurgencia tomar impulso Cuando se firmó la rendición, el 13 de agosto de 1898, se calcula que este cuerpo de voluntarios a favor de España estaba formado por 60.000 hombres. Otras fuentes dicen que llegaron a los 80.000. De estos, habrían muerto durante el conflicto cerca de 2.000, de los cuales el 40% eran naturales de Cuba según las listas de fallecidos consultados por el historiador David de Caixal, si extrapolamos este porcentaje al total de integrantes de esta milicia, resultaría que unos 32.000 cubanos llevaron el uniforme de los voluntarios y combatieron a favor de seguir manteniendo los lazos con el Gobierno de Madrid17. Si a este número sumamos los bomberos «negros» , los criollos que se alistaron al Ejército y los más de 30.000 guerrilleros originarios de la isla que lucharon contra los separatistas, se puede concluir con seguridad que, como defiende el Profesor David de Caixal, entre 1895 y 1898 hubo más cubanos luchando por España que por la independencia. Recordemos que los separatistas nunca superaron los 40.000 combatientes, aunque el historiador americano Donald H. Dyal los rebaja hasta los 30.000 en «Historical Dictionary of the Spanish American War» (1996). De ahí que solo empezaran a vislumbrar la posibilidad real de ganar la guerra cuando recibieron el apoyo de Estados Unidos a principios de 1898, tras la falsa acusación del hundimiento del famoso acorazado Maine. LOS ERRORES GUBERNAMENTALES La polémica ya fue anticipada por el escritor Vicente Blasco Ibáñez en febrero de 1895, dos semanas antes del comienzo de la guerra, en su artículo «El rebaño gris»: «Si quedan inválidos, pueden aprender a tocar la guitarra para pedir caridad a cualquiera de esas familias enriquecidas en Cuba. Es posible que les arrojen dos céntimos desde sus carruajes». Y lo recalcó después, una vez acabado el conflicto, en enero de 1899: «Esos infelices españoles son las únicas víctimas de las locuras patrioteras y de los errores gubernamentales, pues continúan siendo víctimas al poner el pie en la Península, y no por desdichas nacionales inevitables, sino por olvidos voluntarios». La Constitución española de 1876, en su artículo 3, expresaba la obligatoriedad del servicio militar para todos los españoles. Este servicio obligatorio tenía una duración de tres años, pasados los cuales los mozos pasaban a una nueva situación militar que duraba alrededor de ocho años: la reserva activa. Las necesidades de los ejércitos se cubrían mediante voluntarios o por medio de 16 ElGritodeBairefueunlevantamientosimultáneoorganizadoenunas35localidadescubanas―entreellasBaire,aldeasituadaaunos75 kmdeSantiagodeCuba―porellíderindependentistacubanoJoséMartíeldía24defebrerode1895.Variosgruposdeindependentistas cubanos del Ejército Mambí, prácticamente sin armas, atacaron a las tropas españolas. 17 El jefe del imbatido regimiento de caballería Pizarro, el general Figueroa, por ejemplo, era cubano de nacimiento. También lo eran los 30 «bomberosnegros»queformabanlaescoltadeWeyler,conlosqueelgeneralquisorecuperarlafidelidadqueestarazahabíamantenido con España en la Guerra de los Diez Años, formando la «unidad de élite de voluntarios de Valmaseda». quintas, sistema por el que anualmente eran sorteados los mozos en edad militar. Dicha edad varió con el tiempo, pues hasta el año 1885 se llamaba a filas a los varones de 20 años, rebajándose en dicha fecha hasta los 19 años, para nuevamente establecerla en los 20 en 1899. Por otro lado, las unidades estacionadas en Ultramar se nutrían mediante el reenganche de aquellos que habían finalizado su servicio, pero deseaban prolongarlo, mediante voluntarios procedentes de las unidades con: 1. Los excedentes de cupo, que pasaban a integrar una segunda reserva durante ocho años, carentes de cualquier tipo de formación militar; 2. La sustitución; 3. La redención en metálico18. Estas dos últimas posibilidades de eludir el compromiso militar favorecían claramente a las clases más pudientes, reservando el “honor” de morir por la patria a los más desfavorecidos. Este sistema se estableció en 1850, aunque la sustitución se iría restringiendo paulatinamente. Así, en 1878 sólo se permitía realizar la sustitución a parientes de hasta 4º grado y ya en 1882 tan sólo entre hermanos. Sin embargo, para los mozos destinados a Ultramar estas limitaciones no se aplicaban, siendo una práctica habitual presentar un sustituto al que se abonaba una cantidad de dinero por ello. La redención en metálico permitía a aquellos mozos que abonasen 2.000 pesetas eludir el servicio militar, cantidad que sería reducida a 1500 pesetas a partir de 1882, y que sólo tenía vigencia para los mozos destinados en la Península. De esta manera, durante el periodo de 1896 a 1898 la cifra de redimidos fue de alrededor de 62.000 mozos, siendo de 21.000 en 1896, de 17.000 en 1897 y de 23.000 en 1898. Por el contrario, en 1899, toda vez que habían finalizado las hostilidades, la cifra se redujo paulatinamente hasta los 8.000. El precedente de la figura de la remisión en metálico en España se encuentra en el artículo 25 de la Real Instrucción Adicional de 26 de noviembre de 1817 que instauró por primera vez la posibilidad de redención, aunque limitada exclusivamente a los hidalgos, mediante el pago de 20.000 reales de vellón, cantidad muy elevada para la época. Esta figura fue instaurada en 1851 por la ley de remplazo militar para complementar la figura de “la sustitución”. Se fijó inicialmente la cantidad a pagar en 6.000 reales que debía ingresarse en el Banco Español de San Fernando y el destino tenía que ser empleado de forma obligatoria en la contratación de sustitutos. La figura de la redención en metálico se suprimió en 1912 con la Ley de Reclutamiento y Reemplazo del Ejército19 y se sustituyó por la del soldado de cuota20, en la que el pago de una cantidad fijada de dinero no suponía librarse del cumplimiento 18 La redención en metálico era un sistema previsto en las leyes que regulaban en España las quintas, sistema de reclutamiento vigente desde la primera mitad del siglo XVIII hasta 1912, por el cual se evitaba la prestación personal del servicio militar, mediante el pago de una cantidad de dinero. Rivilla Marugán, Guillermo (2014). 19 La ley de Reclutamiento y Reemplazo del Ejército fue una norma legal de España, cuyo articulado fue aprobado por Real Decreto de 19 de enero de 1912, promovida por el entonces presidente del gobierno, José Canalejas. 20 SoldadodecuotafueunafiguracreadaenEspañaporlaLeydeReclutamientoyReemplazodelEjércitode1912,aprobadabajolapresidencia deJoséCanalejasporlaqueseestablecíaunaimportantereducciónenladuracióndelservicioenfilasacambiodelpagodeunacantidad del servicio militar, pero sí que se acortaba su duración y se mejoraban las condiciones en que se desarrollaba el servicio. EL EJÉRCITO DE OPERACIONES DE ESPAÑA EN CUBA La isla de Cuba era considerada la “Perla de la Corona”, una posesión que bien merecía -para algunas instancias políticas- “hasta el último hombre y la última peseta”. La virulencia de la insurrección cubana obligó a España a desplazar a la isla el mayor ejército colonial jamás visto hasta la Guerra de los Boers21, cuando Gran Bretaña puso en liza en el sur de África casi 500.000 hombres. Al inicio de la insurrección cubana, en 1868, hay estacionados en la isla cerca de 20.000 hombres pertenecientes al Ejército y Guardia Civil. En 1898 el Ejército español está compuesto de 185.000 hombres que forman 7 divisiones, 16 brigadas, 8 medias brigadas y 4 guarniciones. A estas fuerzas regulares habría que añadir las formadas por los voluntarios hasta totalizar 82.000 hombres, que formaban: 1. 49 batallones, 29 tercios y 148 compañías de infantería 2. 14 regimientos y 41 escuadrones de caballería; 3. 1 regimiento, 2 batallones, 2 tercios y 5 compañías de artillería; de dinero. 4. 1 batallón de ingenieros, 1 batallón, 2 tercios y 3 compañías de infantería de marina. Cerca de 200.000 hombres que en 1898 controlaban las grandes ciudades, los puertos y las zonas de terreno abierto donde se establecían fuertes destacamentos, quedando el resto de la isla en poder de los insurrectos. El tipo de lucha llevado a cabo en Cuba obligó al Ejército español a replantear sus tácticas de combate, pues al enfrentarse a un ejército no convencional en un terreno prácticamente carente de rutas de comunicación que mereciesen tal nombre y con unas características geográficas difíciles, hacían impensable un choque en el que la superioridad táctica y material del Ejército español se impusiesen. El general Weyler, veterano de la guerra en Santo Domingo22, se empeñaría en modificar las tácticas de combate en la manigua cubana, al constatar que la forma de combatir de los mambises es similar a la practicada por los independentistas dominicanos. Para ello impondría a todas las unidades en operaciones un modelo a seguir para evitar ser sorprendidas en una emboscada, por lo que las columnas de tropas españolas serían flanqueadas por guerrillas que avanzarían en binomios. El propio Weyler lo describiría así: “Con una hilera de flanqueadores que marchen por aquella vereda a cuatro o seis pasos unos de otros, siempre que estas veredas permitan el paso de un hombre y se hallen a unos doscientos pasos del camino que 21 FuerondosconflictosarmadosquetuvieronlugarenSudáfricaentreelImperiobritánicoyloscolonosdeorigenneerlandés—llamados afrikáneres, La primera de estas guerras se desarrolló desde el 16 de diciembre de 1880 hasta el 23 de marzo de 1881; y la segunda, entre el 11 de octubre de 1899 y el 31 de mayo de 1902; su resultado fue la victoria del Imperio británico y la extinción de las dos repúblicas independientes que los bóeres habían fundado a mediados del siglo XIX: el Estado Libre de Orange y la República de Transvaal. 22 La Guerra de la Restauración (1863-1865), también conocida en España como Guerra de Santo Domingo, fue una guerra llevada a cabo entre rebeldes dominicanos separatistas y las autoridades españolas de Santo Domingo. sigue la columna, impide que esta sea hostilizada, y si el enemigo ha tomado posición, como tienen que haberlo verificado a menos distancia, se le coge entre dos fuegos, cortándole la retirada.” La forma de combatir en Santo Domingo prácticamente se repetía en Cuba, lo que hizo necesario elaborar toda una nueva doctrina de combate, en el que la participación de las guerrillas montadas se hacía imprescindibles. Para un mayor control de la isla desde los años primeros del siglo XIX fueron creadas varias unidades militares que se distribuían por toda la isla: Regimientos de Infantería de Línea: Regimiento de Infantería de Línea Galicia Regimiento de Infantería de Línea Nápoles23 Regimiento de Infantería de Línea España24 Regimiento de Infantería de Línea León Regimiento de Infantería de Línea Habana Regimiento de Infantería Ligera Primero de Cataluña25 Regimiento de Infantería Ligera Segundo de Cataluña Regimiento de Infantería Ligera Tarragona26 Regimiento de Infantería Ligera Barcelona Regimiento de Infantería Ligera Provisional Regimiento de Infantería de Línea Brigada de la Corona Primer Batallón del Regimiento de Infantería de Línea Brigada de la Corona Segundo Batallón del Regimiento de Infantería de Línea Brigada de la Corona Regimiento de Infantería de Línea Compañías de Voluntarios de Mérito27 23 El Regimiento Nápoles nº 24 fue creado el 27 de febrero de 1566, en la Península, siendo su primer maestre de campo D. Pedro de Padilla. Trasladado inmediatamente a Nápoles en 1567 cambia su nombre por “Tercio Nuevo de Nápoles” e inicia sus acciones por el Mediterráneo y zonas peninsulares. En 1632, recibe el nombre de “Tercio del Mediterráneo” y en 1633, al ser reformado, pasa a llamarse “Tercio Fijo de la Mar de Nápoles”. En el año 1701 cambia su nombre por “Regimiento de Infantería nº 3“, hasta que en 1704 fue convertido en “Regimiento de la Mar de Nápoles 24 El origen del Regimiento, lo debemos buscar en 1665 cuando por Real Decreto de 1 de abril, se crea en Badajoz lo que se denominó “Tercio de Portugal “, siendo su primer Maestre de Campo el Conde de Torres-Vedras, Sargento Mayor de Castilla. 25 El origen del Regimiento se remonta al primer Batallón de Voluntarios de Barcelona nº 43 creado el 29 de abril de 1793, siendo conocido con el nombre de “El Brillante” y poseyendo un amplio historial repleto de gloriosos hechos de armas en África, Portugal y Cuba, entre otros. 26 El Regimiento de infantería “Tarragona” fue fundado por D. Vicente María Cañas Portocarrero Trelles y Silva, Marqués de Castrillo y de Vallecerrato, con autorización del Rey Carlos IV en 1791 a efectos de ubicarlo en Cataluña 27 Regimiento de Infantería de Línea Compañías de Voluntarios de Mérito, comúnmente denominado como Compañías de Voluntarios de Mérito. Es el nombre de una de las unidades militares que integraban los regimientos de infantería de línea del ejército español en Cuba durante el periodo conocido como Capitanía General de Cuba, siendo uno de los que enfrentarían a las fuerzas independentistas durante la Guerra de los Diez Años y la Guerra Necesaria Real Cuerpo de Artillería de Cuba28 Real Cuerpo de Ingenieros de Cuba Regimiento del Lanceros del Rey29 Milicias Disciplinarias: Regimiento de Infantería de La Habana30 Batallón de Voluntarios de Cuba Batallón de Puerto Príncipe Batallón de las Cuatro Villas EL CUERPO DE VOLUNTARIOS ESPAÑOLES EN CUBA A mediados del siglo XIX, la Capitanía General organizó el Cuerpo de Voluntarios de la Isla de Cuba31, un proyecto necesario y definitorio dentro del sistema defensivo cubano, que se convirtió paulatinamente en la razón de ser del integrismo como actitud o tendencia política. Las primeras fuerzas de voluntarios que se organizaron en la isla se remontaban al 19 de mayo de 1850. Estas se hicieron con el objetivo de combatir el desembarco de la expedición de carácter anexionista liderada por Narciso López32. En esos años la isla poseía muy escasa guarnición y el número de soldados resultaba insuficiente para resistir alguna acción de guerra. La mayor parte de las garitas estaban desguarnecidas y los puestos donde había centinelas no eran custodiados con la finalidad y el cuidado que correspondía, por lo que se imponía fortalecerlos. Así el gobernador capitán general de la isla y general en jefe del Ejército español Federico Roncalli, conde de Aloy, determinó entregar armas y organizar 4 batallones de voluntarios integrados por españoles radicados en la isla. El alistamiento realizado por Federico Roncalli fue el 21 de mayo de 1850 e integraba a todos aquellos que quisieran agruparse en torno a las autoridades coloniales para la defensa de la soberanía 28 Real Cuerpo de Artillería de Cuba, comúnmente denominado como Real Cuerpo de Artillería. Es el nombre de una de las unidades militares que integraban las fuerzas de España en Cuba durante el periodo conocido como Capitanía General de Cuba, siendo uno de los que se enfrentan a las fuerzas independentistas durante la Guerra de los Diez Años y la Guerra Necesaria. 6 29 Regimiento de Caballería Lanceros del Rey, comúnmente denominado como Regimiento de Lanceros del Rey. Es el nombre de una de las unidades militares que integraban los regimientos de caballería del Imperio Español en Cuba durante el periodo conocido como Capitanía General de Cuba, siendo uno de los que enfrentó a las fuerzas independentistas durante la Guerra de los Diez Años y la Guerra Necesaria 30 Regimiento de Infantería de Línea Habana. Nombre de una de las unidades militares que integraban los regimientos de infantería de línea del ejército español en la isla de Cuba durante el periodo en que este territorio era colonia de España y se le reconocía como Capitanía General de Cuba. 31 Cuerpo de voluntarios españoles en Cuba. A mediados del siglo XIX, la Capitanía General organizó el Cuerpo de Voluntarios de la Isla de Cuba,unproyectonecesarioydefinitoriodentrodelsistemadefensivocubano,queseconvirtiópaulatinamenteenlarazóndeserdel integrismo como actitud o tendencia política 32 Narciso López de Urriola. (1796 - 1851). Militar y político venezolano, leal en sus inicios al Imperio Español, con cuyas tropas combatió alosrevolucionariosdurantelaguerradeindependenciadeVenezuelaytraslavictoriadeestosfueenviadoaLaHabanacomooficial español. española en el territorio de la Gran Antilla. Los voluntarios alistados estaban persuadidos de que armados constituirían una fuerza significativa y que la cooperación con el Ejército español era de suma importancia para destruir cualquier movimiento insurreccional, ya fuera anexionista o independentista. Con el nombre de Nobles Vecinos quedaron organizados 10 batallones y 4 compañías de peninsulares a lo largo de toda la Isla. De la organización concluyente quedaron establecidos 4 batallones en La Habana, 2 en Cuba, 1 en Matanzas, 1 en Trinidad, 1 en Puerto Príncipe y 1 en Cienfuegos; 2 Compañías en Cárdenas, 1 en Pinar del Río y 1 en Manzanillo. El 23 de septiembre de 1850, desaparecido el peligro anexionista, esos batallones y compañías fueron aparentemente disueltos. La llegada de José Gutiérrez de la Concha como capitán general33 el 20 de noviembre de 1850, impulsó la idea de mantener las fuerzas voluntarias. Acogió con gran interés la posibilidad de mantener en activo los batallones de voluntarios, proyectando desde finales de 1851 su funcionamiento como unidad incluida en el Ejército, su normativa militar y su reglamento. José Gutiérrez de la Concha fue designado en circunstancias difíciles para el mantenimiento de la soberanía española en Cuba por las distintas expediciones llevadas a cabo por el General Narciso López contra el gobierno español en la isla, que habían puesto en peligro la seguridad de la colonia. Estas expediciones avaladas por una corriente anexionista que se desenvolvía en el interior de la Isla y por sectores de la élite antillana contarios al grupo pro peninsular. José Gutiérrez de la Concha inició reformas administrativas y militares y llevó adelante medidas para la defensa del territorio. Fortaleció militarmente su mandato para reforzar el colonialismo contra la anexión, contra las sublevaciones internas y las amenazas de otras potencias. En 1851 se estableció en Madrid una junta de generales con el objetivo de reforzar el sistema defensivo de los territorios coloniales dirigida por Manuel Gutiérrez de la Concha34, hermano de José Gutiérrez de la Concha. Esta junta creó una comisión con el objetivo de analizar el sistema defensivo de Cuba y la envió a la isla para analizar las deficiencias; así en 1850 y 1852 se iniciaron las bases del aparato defensivo que se articuló a partir de 1855 y que en primer lugar establecía el mantenimiento de la soberanía española en Cuba, la conservación del régimen colonial y la preservación de la esclavitud. Para la junta, las dos causas que amenazaban la soberanía española en Cuba eran, en primer lugar, la posibilidad de un ataque anexionis 33 José Gutiérrez de la Concha Irigoyen (Córdoba, 4 de junio de 1809-Madrid, 5 de noviembre de 1895) fue un militar y político español, recibió los nombramientos de marqués de La Habana (1857), vizconde de Cuba, grande de España de primera clase (1864), Caballero de la Insigne Orden del Toisón de Oro (1886) capitán general de los ejércitos nacionales en 1868, director y coronel general del real cuerpo de artillería, director general de la caballería, gobernador superior y capitán general de Cuba entre los periodos de 1850 a 1852, desde 1854 hasta 1859 y de 1874 a 1875. 34 Manuel Gutiérrez de la Concha e Irigoyen, conocido por el título nobiliario de marqués del Duero (Córdoba del Tucumán, 3 de abril de 1808 - Abárzuza, 27 de junio de 1874) fue un militar y político español, de tendencia liberal-moderada, notable por su combate contra las insurrecciones carlistas ta desde los Estados Unidos o la insurrección de la población blanca o de color. Para evitar esto se aplicaron medidas para fortalecer las tropas de tierra y la flota. Se decidió la división estratégica de la Isla en 2 departamentos: el de occidente y el de oriente. Los departamentos se dividieron en gobiernos y comandancias militares de distrito. Por sugerencias directas se reorganizó el Cuerpo de Voluntarios de la Isla de Cuba con sus reglamentos internos, sus leyes orgánicas y su funcionamiento como unidad de reserva de Ejército español. Se alistaban y armaban a todos los buenos españoles que voluntariamente lo desearan entre 18 y 50 años. El Cuerpo de Voluntarios permitió al gobernador disponer de una poderosa fuerza de reserva y no mantener normalmente activada toda la fuerza del Ejército español. Desde su surgimiento el Cuerpo de Voluntarios fue sometido a cambios constantes e incrementos. La máxima autoridad política y militar de Cuba era el capitán general designado por la corona y que ostentaba el grado de teniente general y se le subordinaban todas las fuerzas militares, paramilitares y políticas de Cuba. Como segundo al mando estaba el segundo Cabo, que con el grado de mariscal de campo era comandante general de la capital. Este cuerpo fue adiestrado y dotado al estilo de los profesionales europeos, con escuadras, pelotones, secciones, compañías y batallones de infantería. Al organizarse el Cuerpo de Voluntarios, se constituyó la Plana Mayor. La plantilla de esta dirección fue aprobada por el capitán general el 16 de noviembre de 1856. La Plana Mayor estaba compuesta por un coronel primer jefe, un teniente coronel segundo jefe, 2 primeros comandantes y 10 capitanes, encargados de dirigir a los voluntarios a nivel nacional. Estos altos mandos representaban casi siempre el poder económico y gozaban de la popularidad entre su grupo. El coronel tenía la obligación de armar y sostener económicamente al batallón. Por eso el cargo obligatoriamente debía ser ocupado por alguien de posición media o alta, pues requería de capital para sostener a toda la tropa. Estos coroneles llevaban en su uniforme tres estrellas, semejantes a las utilizadas por iguales oficiales del Ejército regular español. El 15 de febrero de 1855 circularon las bases para el alistamiento de voluntarios. En cada cabecera se formó una compañía que no pasaba de 100 plazas. Estas bases estuvieron sujetas a diferentes cambios hasta la aprobación del llamado Reglamento Provisional para el Régimen, Subordinación y Disciplina de los Cuerpos y Secciones de Voluntarios, en abril de 1856. Según este reglamento el principal objetivo por el cual fueron creados los cuerpos de voluntarios y la principal obligación de los individuos que lo integraban era “el sostenimiento del orden y tranquilidad pública de la población: la defensa con las armas en la mano hasta hacer el sacrificio de sus vidas, de los derechos de la madre patria y de nuestra reina Isabel II” La admisión de voluntarios estaba sujeta a las exigencias siguientes: aptitud física, ser español o naturalizado como tal, no estar procesado criminalmente, tener entre 18 y 50 años, poseer renta, ejercer oficio, modo de vivir honroso, tener un caballo de su propiedad (estos solo para los alistados en los cuerpos de caballería). Después de la inscripción, los individuos recibían un documento de aceptación oficial que los admitía dentro de la institución. El diploma entregado a los alistados les permitió a muchos voluntarios ser acogidos en muchos puestos de trabajo. Las exigencias de la admisión se hicieron luego más estrictas, pues solo se aceptaban individuos mayores de 20 años. Se les entregaba además una credencial que debía presentar al salir del punto de residencia. El encargado de la administración de cada compañía era el Furriel35, individuo de la plantilla, colector de las cantidades abonadas por voluntarios. Según el artículo 4 de la orden general del 15 de febrero de 1855, el vestuario serio de pantalón blanco, camisa rayada de color oscuro y sombrero de jipijapa con escarapela encarnada. Su armamento: un fusil con bayoneta y cartuchera ceñida. El uniforme de los oficiales tenía una levita de rayas de color azul, chaleco y pantalón blanco. Las divisas sería una presilla ancha de galón de oro a lo largo del hombro izquierdo, los subtenientes en el derecho y los tenientes en ambos. El 19 de octubre de 1855 se aprobó definitivamente el uniforme adoptado en una junta de jefes de voluntarios en La Habana. Se componía de una levita amarilla corta cerrada con una sola fila de botones, golpes y vivos de paños carmesí, pantalón blanco, chaleco pequeño de paño azul con un pequeño escudo de las ramas de España. Los voluntarios sufrían pena de arresto por faltas leves o de servicio en la guardia de prevención y para el 5 de abril de 1855, las faltas que motivaran arresto y prisión serían en la guardia del principal y en la de prevención. La composición de los batallones era heterogénea, prevaleciendo capas medias y bajas. El incremento de la emigración peninsular a Cuba trajo consigo el aumento de la población, fundamentalmente varones, jóvenes y solteros que en su mayoría eran buscadores de fortuna. Hasta el 31 de julio de 1869 los batallones de voluntarios estaban integrados, por lo general, por individuos provenientes de diferentes regiones de la península. Las fuerzas voluntarias estuvieron formadas por peninsulares, criollos, soldados españoles que dejaron el Ejército. Defendían el sistema comercial y de plantación construido sobre la esclavitud el sistema político que los beneficiaba. A este Cuerpo de Voluntarios se le hizo creer que eran participantes en un levantamiento nacional español de Cuba contra los traidores y los malos hijos de Iberia, se les inculcó el fanatismo integrista y creyeron que estaban en posesión de la única verdad política. Constituyeron, desde su inicio, un instrumento político y un brazo armado por excelencia para las autoridades españolas coloniales. Fueron una garantía para la protección de sus intereses, garantizando que sus misiones fuera para defender bajo cualquier circunstancia el orden existente. 35 Durante los Austria, el furriel mayor formaba parte de los Tercios españoles. Para más señas, en 1534, al tiempo de crearse los Tercios, constaba la compañía de un capitán, un paje, un alférez, un sargento, un furriel, un tambor, un pífano, un capellán, diez cabos de escuadra y 240 soldados (arcabuceros o piqueros). Incluso en época de Felipe IV y Carlos II encontramos a personajes cercanos al rey, como Diego de Soto y Aguilar, ostentando el cargo de furriel y aposentador de las tres guardias españolas de su Real persona. CONCLUSIÓN La Guerra de Cuba (1895-1898) y la posterior y definitiva Guerra Hispano-norteamericana, conocida como “Desastre del 98”, llevaron a miles de españoles a combatir en un conflicto que solo conocían de oídas y en una tierra lejana e ignota donde muchos de ellos no volverían jamás. Los soldados que sí lo hicieron, contaron verdaderas calamidades y penurias sobre la contienda, en la que los principales enemigos fueron las enfermedades, la mala alimentación, la falta de higiene y la escasa atención sanitaria, mucho más que las balas contrarias. Todos estos problemas empezaban ya durante el viaje, en el que eran presa de los mareos, del hambre y de la sed, y tenían que enfrentarse al abuso de quienes trataban de aprovecharse del desamparo que sentían aquellos hombres, muchos de los cuales jamás habían abandonado sus lugares de origen antes de emprender esta aventura. Victoria imposible es la expresión que resumiría el estudio de factores que cualquier político o militar haría sobre la situación española cuando el conflicto con Estados Unidos se acercaba a pasos agigantados. Síntesis de factores que se concretaba en impotencia política y militar para, después de tres años de guerra, resolver la cuestión cubana, con el consiguiente desgaste, falta de apoyos de las grandes potencias para disuadir la intervención norteamericana, consecuencia de la imprevisión de la política exterior de España; y, sobre todo la enorme superioridad de EE. UU, potencia emergente que buscaba ocupar un lugar que le correspondía en la historia, con un potencial demográfico, económico, industrial y naval que minimizaba al español. Estaban empeñados en Cuba 216.000 soldados peninsulares y 32.000 en Filipinas. Era el mayor esfuerzo bélico, desde la época de Napoleón, que una potencia europea efectuaba, más allá de sus fronteras en este caso a miles de kilómetros de la metrópoli. España tenía destacados cerca de 250.000 soldados en las colonias, y para ese año el Ministerio de la Guerra quería aumentar a 60.000 el número de soldados destacados en Filipinas, aumentando así, a 310.000 los soldados españoles sirviendo fuera de la metrópoli. El desgaste, pese a que los gobiernos afirmaban que se mantenía un presupuesto de paz, era importante y la guerra parecía que no iba a acabar. La política norteamericana se había hecho más exigente con España, desde la toma de posesión del presidente Mckinley en marzo. La aceptación de las Cámaras para la propuesta de Morgan, el 20 de mayo, que reconocía a los insurrectos el derecho de beligerancia, era un síntoma. El mensaje que el nuevo embajador Woodford comunicó al ministro de Estado, durante la entrevista que mantuvieron a su llegada a España en septiembre: la guerra debía de terminar antes del 1 de noviembre o en caso contrario intervendrían los EE. UU. Antes había pasado por París y Londres donde, previsiblemente, confirmaría que España estaba sola ante la crisis, como más tarde demostrarían los acontecimientos. La advertencia lo daría en persona el propio Mckinley, en su discurso anual al Congreso el 6 de diciembre. Pues, aunque reconocía que el nuevo Gobierno español --constituido tras el asesinato de Cánovas -- se había comprometido en reformas, clemencia y autonomía, anunciaban los blandos liberales y masones que gobernaban la España de entonces. 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